martes, 21 de noviembre de 2017

Mi sombra

Hoy salí a correr después de la jornada. A las 21h y sin cascos. Los cascos me evaden de la realidad. Hoy quería observarla. Me detuve en mi respiración, y cuando estaba sin aliento, me detuve en mi sombra. Y empecé a darle ánimos. 

Le dije que tenía coraje, que era valiente, que con los 6 grados que hacía y lo cansada que estaba se había dispuesto a correr...Eso tiene meritazo. 

Le dije que aunque hoy los niños con los que trabaja le habían insultado y despreciado (fruto de incomodidades varias que niños de 5 años pueden tener), había hecho un buen trabajo hablándoles con calma e intentando razonar con ellos, que menuda paciencia  tiene y que había hecho bien en cortar la clase para dedicarse la a esos niños, que tanto necesitan ser escuchados.  

Le dije que no pasaba nada si no traía mucho dinero a casa, que se ahorra mucho con ella trabajando en casa y ocupándose  los niños.  Y que mirara atrás y viera cómo poco a poco estaba consiguiendo millones de cosas que giran todas al rededor de lo mismo: poner un granito de arena por un mundo mejor. Y predicar el amor. 

Le dije que no pasaba nada si la casa no está  como los chorros del oro y si pierde la paciencia con sus hijos. Seguro que ellos piensan que tiene la mejor mamá del mundo, porque es así.  Lo es. 

Le dije que podía estar orgullosa de todo lo que ha construido con Javi. Que eso es amor del bueno... todos lo saben. 

Le dije que aunque echada de menos a sus padres, hermano y familia ( amigos también) el tiempo pasa rápido y están aquí ya las navidades. Que los disfrute a tope. 

Le dije que no se culpabilizara porque llevaba tres semanas yendo a comer a casa de una amiga la cual le ha invitado, debe dejarse querer como ella lo hace.

Le dije que siguiera como hasta ahora... a tope. Que se permitiera caer, que llorara más, que riera como lo hace, que compartiera, que amara y se dejara amar... que lo estaba haciendo muy bien. Y levantó su puño. Y corrimos hasta los 5 km con 6 grados.